No existe una conciencia generalizada entre las mujeres en España sobre la conveniencia de realizarse revisiones ginecológicas, pese a su importancia para detectar problemas graves de salud. De hecho, el 80% de los cánceres de cuello de útero lo son porque sus portadoras nunca se han sometido a una citología, según datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). Hay muchas alteraciones que no dan síntomas o cuando estos aparecen significa que la enfermedad está avanzada, lo que aumenta su gravedad y complica el tratamiento.
Los expertos recomiendan que desde que la mujer empieza a ser sexualmente activa o a partir de los 25 años se realice una revisión ginecológica periódica, normalmente cada dos años, aunque no esté embarazada ni tenga algún problema o molestia. El 84% de las mujeres únicamente se somete a algún examen, el 76% solo se hace citologías y alrededor del 26% no se revisa habitualmente o nunca lo ha hecho, de acuerdo con la SEGO.
¿En qué consiste una revisión ginecológica?
Toda evaluación ginecológica comienza con una serie de preguntas del especialista a la paciente que, en general, se centran en el motivo de la visita. En cualquier caso, una historia clínica ginecológica completa debe incluir: datos relacionados con la menstruación, actividad sexual, el uso o no de métodos anticonceptivos, número de embarazos y cuestiones que atañen a las mamas.

Tras la historia clínica, el ginecólogo procederá a realizar un examen físico, que consistirá en la inspección visual de la vulva, la vagina y del cuello del útero con la ayuda de un espéculo vaginal. También tomará una muestra cervicovaginal para citología o test de Papanicolau, que es el estudio al microscopio de las células obtenidas mediante ese raspado del cuello del útero para la detección precoz del cáncer de cérvix. Una citología negativa indica que todo está bien y no hay células malignas.
El segundo procedimiento de la revisión ginecológica es la realización de una ecografía,que informará del estado del aparato genital interno, es decir, del resto del útero y los ovarios. Este examen sirve para diagnosticar alteraciones del útero, como son los miomas o pólipos, y también de los ovarios, como los quistes o tumores.
También como parte de la revisión, el especialista efectuará una evaluación mamaria, en la que comprobará si las mamas son iguales, si hay alteraciones en la piel, en el pezón o en la areola, secreción por los pezones y nódulos o adenopatías axilares. Dependiendo de la exploración, la edad y antecedentes, el ginecólogo recomendará una ecografía o mamografía.

La importancia del diagnóstico precoz
El cáncer atraviesa la mayor parte de su historia natural sin manifestar síntomas, por lo que la mejor manera de combatirlo es el diagnóstico precoz. Para ello, es fundamental hacerse citologías y mamografías periódicas, además de ecografías, que ayudan a detectar los tumores de útero y el cáncer de ovario en sus fases iniciales, antes de que empiecen a dar la cara. Cuanto más temprano sea el diagnóstico, mejores serán los resultados de los tratamientos y mayores las posibilidades de curación.
Si bien es cierto que algún momento de la revisión ginecológica puede resultar molesto e incluso un poco desagradable, nunca debe provocar dolor ni ser óbice para evitar o retrasar la visita. Con el seguro ForYouWoman, de Nationale-Nederlanden, las mujeres pueden realizarse una revisión ginecológica gratis en un clima de confianza y seguridad. Los expertos animan a todas las mujeres a sacudirse los miedos y pudores y a acudir a consulta, porque, recuerdan, está en juego su salud sexual y reproductiva.
De hecho, los expertos recomiendan que desde que la mujer empieza a ser sexualmente activa o a partir de los 25 años se realice una revisión ginecológica periódica, normalmente cada dos años, aunque no esté embarazada ni tenga algún ningún problema o molestia.
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