Cuando hablamos de cáncer, tenemos una buena y una mala noticia que dar. La mala es que el cáncer de mama es el tipo de tumor que más afecta a las mujeres. Se estima que, en países de mayor incidencia como Estados Unidos, este cáncer lo sufrirán 1 de cada 8 mujeres. Una estadística alarmante.
Sin embargo, la buena noticia es que, según la Asociación Española Contra el Cáncer, el cáncer de mama se puede prevenir en un 50% de los casos a través de un estilo de vida saludable.
Este dato convive con mucha desinformación y con muchos mitos, como que el cáncer de mama se relaciona con el consumo de azúcar, el uso de desodorante o con los implantes mamarios. Si bien es cierto que se desconoce el motivo por el cual se origina este tipo de tumor, se sabe a ciencia cierta que algunas circunstancias propician la aparición de esta enfermedad, mientras que no se ha demostrado su relación con algunos factores de los que vamos a hablar.
Vamos a tratar de desmontar los mitos existentes en torno al cáncer de mama, así como ofrecer un plan realista de prevención a través de la alimentación para reducir la incidencia del tumor más común entre las mujeres de todo el mundo.
Verdades y falsas creencias sobre el cáncer de mama

El cáncer es una enfermedad que suele relacionarse con la edad. Se piensa que cuantos más años se cumplen, más probabilidad hay de desarrollar uno. Es verdad que la menopausia aumenta el riesgo y, por ello, el paso del tiempo es un factor que nadie puede evitar. La mayoría de casos de cáncer de mama que se detectan son en mujeres mayores de 60 años.
No obstante, esto no debería ser excusa para no hacerse autorevisiones o visitar periódicamente al ginecólogo en edades más tempranas. Los datos que lanza la organización breastcancer.org son demoledores: el diagnóstico de cáncer de mama metastásico (un tumor agresivo y más difícil de tratar) afecta a mujeres cada vez más jóvenes. Un tipo de tumor agresivo y más difícil de tratar. De ahí la importancia de las mamografías de control para la detección precoz.

Los antecedentes familiares es otro de los factores de riesgo que pesan a la hora de prevenir esta enfermedad.
Por una parte, su alta tasa de incidencia sobre las mujeres hace que sea fácil encontrar familias en donde se ha dado un solo caso. Quienes tienen antecedentes familiares conocen la preocupación con la que se vive cada revisión. De ahí que se hayan diseñado programas y soluciones como la que ofrece ForYouWomen de Nationale-Nederlanden para dar cobertura a las mujeres y sus familias en caso de detección de cáncer de mama, así como la posibilidad de pedir una segunda opinión profesionalpara la elección del tratamiento.
Por otra parte, despreocuparse por no tener antecedentes familiares es un error a tenor de los datos: entre el 70 y el 80% de los cánceres de mama genéricos son de tipo esporádico; es decir, se desarrollan en personas que no tienen antecedentes familiares. Unas cifras que demuestran que es falso que solo han de hacerse exploraciones mamarias las personas con factores de riesgo de tipo hereditario o familiar.

Es falso que las intervenciones de aumento de pecho propician el desarrollo de tumoración maligna, debido a que puedan dificultar la visión mamográfica durante las exploraciones médicas. Lo único que se precisa es que la paciente informe a su especialista que procederá a realizar todas las pruebas que considere oportunas.
Tampoco es cierto que los pechos pequeños tengan menos riesgo de padecer de cáncer de mama. De hecho, no se ha demostrado relación entre el tamaño de las mamas y la aparición de este tipo de tumor.
Pautas para prevenir el cáncer de mama con una alimentación saludable y realista
No hay un solo estudio que verifique con solvencia que ciertos alimentos, tipos de dietas o suplementos alimenticios sean capaces de prevenir por sí mismos el cáncer de mama. Tampoco es veraz que alimentos o dietas específicos curen el cáncer, una vez que ya lo padecemos
Lo que sí podríamos decir es que determinadas pautas alimenticias ayudan a aumentar el sistema inmunológico (por lo que se reduce la probabilidad de desarrollar un tumor), también a mantener un peso ideal y, en definitiva, contribuyen a estar más sana. Veamos cuáles son.

- Prioriza frutas y verduras en tu dieta. No es ningún secreto que estos alimentos son la base de cualquier dieta saludable, sobre todo, cuando se consumen enteras. En el caso de los zumos (caseros o no), su consumo debería estar limitado a no más de un vaso al día, ya que pueden contribuir al aumento de peso.
- Aumenta el consumo de legumbres y frutos secos. O dicho de otra manera, come más proteína de origen vegetal y no evites las grasas “buenas”.
- Cambia los cereales refinados por las versiones integrales. La pasta, el arroz, la quinoa, la cebada y el pan han de ser integrales. Es recomendable fijarse en el etiquetado, pues muchos de estos cereales se venden como “integrales” cuando su composición indica que realmente son refinados.
- Evita los embutidos y limita las carnes rojas. No hay evidencias que relacionen el consumo de estos alimentos con el cáncer de mama. Eso sí, la alta densidad calórica de estos alimentos repercute directamente en el peso. Lo mismo ocurre con toda clase de comidas rápidas, cuya ingesta ha de ser ocasional.
- La mejor prevención: evita el alcohol. Recientemente, un trabajo europeo que se siguió durante once años y en el que participaron varios centros españoles confirmó las sospechas que se tenían entre el consumo de alcohol y el riesgo de padecer un tumor mamario. En él, se lanza un dato que pone de relieve la importancia de evitar todo tipo de bebidas alcohólicas: “Consumiendo un vaso de vino o una cerveza al día o menos, el riesgo tendría un valor de 1, pero si incrementamos a dos vasos de vino o dos cervezas diarias, el riesgo aumentaría un 4%”.
Por último, el mismo estudio concluye que las personas que viven en Europa y siguen una forma de vida saludable tienen un 18% menos de riesgo de padecer cáncer de mamá que aquellas cuyo estilo de vida y peso no se ajustan a las recomendaciones. Sin duda, un dato a tener muy en cuenta.
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